Una silla que se asemejaba a una papa frita. Otra que parecía un “guante de béisbol muy usado”. Una pantalla plegable que se
ondeaba.

Con gran sentido aventurero, Charles y Ray Eames volcaron su curiosidad y entusiasmo ilimitado en creaciones que los convirtieron en un equipo de diseño formado por esposo y esposa verdaderamente grandioso. Su sinergia exclusiva dio como resultado una apariencia totalmente nueva en el mobiliario. Esbelta y moderna. Alegre y funcional. Impecable, sofisticada y hermosamente simple. Esta fue y es la “apariencia Eames”.

Esa apariencia y su relación con Herman Miller comenzó con las sillas de madera laminada moldeada a fines de la década de 1940 e incluye la tumbona Eames, conocida a nivel mundial, ahora en la colección permanente del Museum of Modern Art en Nueva York.

Charles y Ray lograron su éxito monumental al abordar cada proyecto de la misma manera: ¿Esto nos interesa y nos intriga? ¿Podemos mejorarlo? ¿Lograremos una “verdadera diversión” creándolo?

Slide Amaban su trabajo, que era una combinación de arte y ciencia, diseño y arquitectura, proceso y producto, estilo y función. “Los detalles no son detalles”, dijo Charles. “Hacen al producto”. Charles era una persona que se encargaba de resolver problemas fomentando la experimentación entre su personal; una vez dijo que su sueño era “que la gente trabajara en proyectos inútiles, ya que ello les permitiría lograr la inspiración para nuevos conceptos”.

Sus propios conceptos evolucionaron con el paso del tiempo, no de la noche a la mañana. Tal como Charles observó sobre el desarrollo de las Sillas de madera laminada moldeada: “sí, fue un flash de inspiración —dijo— un flash de 30 años”.

Con esta pareja, una cosa siempre pareció conducir a otra. Su trabajo revolucionario en la madera laminada moldeada dio origen a su trabajo innovador en sillería con fibra de vidrio moldeada. Un concurso de una revista dio lugar a su casa “Case Study”, extremadamente innovadora. Su amor por la fotografía los condujo a la cinematografía, incluida una presentación en siete pantallas enormes  en la Moscow World’s Fair en 1959, en una cúpula diseñada por su amigo y colega, Buckminster Fuller.

El diseño gráfico dio como resultado el diseño de showroom, la colección y la invención de juguetes. Y un artilugio de tablones de madera, improvisado por su amigo, el director Billy Wilder, para tomar una siesta, condujo al aclamado diseño de la tumbona.

Un crítico de diseño dijo alguna vez que esta pareja extraordinaria “solo quería hacer del mundo un mejor lugar para vivir”. Y eso fue lo que hicieron. Y también hicieron que sea mucho más interesante.